José Nicolás de Azara, Antón Rafael Mengs. Óleo sobre tabla, 77 x 61,5 cm, 1774. Madrid, Museo Nacional del Prado |
El Museo de El Prado ha
llevado a cabo la exposición de una serie de obras sobre los artistas Antón Rafael
Mengs y José Nicolás de Azara, con motivo de la reciente adquisición por parte
del Estado del retrato de José Nicolás de Azara realizado por el primero de los
artistas mencionados en 1774.
El retrato refleja el carácter íntimo y personal de
Azara, que fue el diplomático español en Roma, durante los años de 1730 y 1804,
y embajador de España ante Francia en la época de Napoleón.
No
obstante, este retrato se acompaña de una serie de veinticuatro obras antiguas
pertenecientes a la colección privada de Azara, quien, amante de las antigüedades,
había participado en dos excavaciones arqueológicas. Estas colecciones fueron
donadas a su muerte al monarca español Carlos IV, que acabarían siendo
repartidas entre la Casa del Labrador de Aranjuez y el Museo de El Prado.
La relación de amistad entre los dos artistas nace en 1765, cuando antes de partir hacia Roma, Azara conoce a Mengs en Madrid. Antón Rafael Mengs, fue un pintor que trabajó en Roma hasta que en 1759, es llamado por Carlos III para trabajar en la Corte, hasta 1761. El motivo: la decoración del Palacio Real de Madrid. En 1766, sería oficialmente nombrado pintor de Cámara.
Para
aquel entonces, Mengs, ya era un artista reconocido. Formado con su padre Ismael
Mengs, en Dresde, marchó posteriormente a Italia, donde estudió las obras de artistas
de la talla de Tiziano, Corregio, Miguel Ángel o Rafael. En el año 1751, fue nombrado
pintor de cámara de la Corte de Sajonia, un paso previo a su posterior estancia
en Roma a partir del año 1752. Su estancia en Roma fue esencial para perfilar su
pensamiento estético, gracias al contacto con el historiador del Arte alemán, J.J.
Winckelmann.
La
labor de Mengs en la Corte, excedió no obstante, la del mero encargo
decorativo, sino que a él se le debe la introducción de las nuevas corrientes neoclasicistas
en España, y la promoción de artistas como Francisco de Goya, así como otros de
la generación de éste.
Sin embargo, el retrato de Azara, respondió al encargo de
Mengs, pero no fue realizado por la mano del mismo, sino por la del artista
Johann Gottlieb Naumann. Esta autoría ha podido ser probada gracias al hallazgo
de una carta dirigida al célebre maestre de Capilla de Dresde, quien habría
estado en Florencia-lugar donde se realizó el retrato-, con motivo de la visita
a su hermano, que era discípulo de Mengs, y en la que se menciona la incapacidad
confesada por el artista para realizarlo, y por tanto, el encargo a Gottlieb.
El retrato queda flanqueado en la exposición por dos
bustos de sendos personajes, realizados por Christoffer Hewtson en 1779, pero
de nuevo, bajo las directrices de Mengs.
En los laterales de la sala donde se expone, -la número
38-, se disponen una serie de esculturas de retratos de personajes de la
Antigüedad que Azara en su mayoría, identificó erróneamente con los personajes
reales. Así, por ejemplo, encontramos los bustos de “El poeta Homero”,
-aproximadamente del 140 a.C.-, interpretado
por Azara como Platón, quién se basó en una estatua sedente hallada en Esmirna,
Asia Menor, donde tal vez nació y fue venerado como un héroe.
Junto a la misma, se halla la de “El poeta Menandro”,
Aristóteles, según Azara, datada aproximadamente en torno al año 50 d.C. El
error fue subsanado dos siglos después gracias al hallazgo en bronce de un
busto, con unos rasgos iguales y que contaba con la inscripción “Menandros”. De
esta manera, la identificación fue modificada.
De forma semejante ocurre con las esculturas del Filósofo
epicúreo Hemarco, quien fue confundido con Metrodoro; el del político ático
Milcíades, quien fue identificado como Zenón de Elea o el del dacio del foro de Trajano, quien llegó
a ser identificado como Bocchus el rey de Mauritania, pero que gracias a la
colección de dacios cautivos del Foro de Trajano, pudo ser paliado el error de
identificación.
Todos ellos, son claros exponentes de la importancia del
atribucionismo, y del estudio de textos y de otras obras de arte, para poder
ahondar en el estudio del la Historia del Arte, y en definitiva, del pasado.
La exposición también muestra un autorretrato tardío que fue
sin duda fundamental para la difusión de la efigie del artista en España. Este se
ilustra gracias a la copia que su hija, Ana María Mengs, realizó con la técnica
del pastel, así como con la estampa de su esposo, Manuel Salvador Carmona.
Finalmente, la exposición concluye haciendo referencia a
la colocación de un busto, -realizado por Hewtson-, bajo las directrices de Azara
tras la muerte de su amigo Mengs en el año 1777, en el panteón de Roma. La glorificación
de su íntimo amigo, fue difundida a través de una estampa, que fue incluida en
la primera biografía del pintor, escrita por Bianconi.
Partidario incondicional tanto del estilo como de las ideas
estéticas del fallecido, Azara fue uno de sus principales protectores, llegando
incluso tras su muerte a ser el albacea y difusor de su obra artística. A él se
le debe la publicación de los manuscritos de Mengs, su biografía y un listado
de sus obras.
Frente a la edición española de dicha publicación, que
incluyó asimismo, un retrato del pintor realizado por Carmona, la italiana que
la publicó en dos volúmenes, introdujo
una viñeta basada en una medalla en
homenaje a Mengs. La estampa de la misma, es del artista Juan Amillis, quien se
basó a su vez, en una miniatura de la Fundación Lázaro Galdiano cuya autoría se
atribuye a Bruno Gómez antes de la muerte de Azara, y por tanto, anterior al año 1804.
A su vez añade un dibujo hecho por Mengs de la estatua de
Antínoo como Osiris, -perteneciente a la colección de los Museos Vaticanos-, y una
estampa de las pinturas murales de la Villa Negroni en Roma, -excavada en 1777 por
iniciativa de Mens-, de forma que se puedan apreciar la afinidad de las ideas estéticas
del artista y su protector. También acompañan las piezas de la exposición, unas
medallas conmemorativas: una de Napoleón y otra de Azara que manifiestan la relación
diplomática ejercida por el último en 1796, que se puso de manifiesto con la firma
del Armisticio de Bolonia y la Paz de Amiens en 1802, entre Inglaterra y Francia,
y sus respectivos aliados: Holanda y España.
El Museo de El Prado a través de esta exposición pone de
relieve la grandeza de ambos artistas, la relevancia del papel de los expertos
de la Historia del Arte para clarificar y corregir errores en la autoría o
identificación de personajes, y más aún, recoge y pone de manifiesto la amistad
de Antón Rafael Mengs y José Nicolás de Azara, dos personajes muy destacados de
la historia de España y del Arte.
Cristina Muñoz-Delgado de Mata
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