“Traerán
siempre consigo libros de memoria en que apuntar las obras más dignas que encuentren
en los templos, palacios, jardines y fuentes, y los adornos antiguos y modernos
donde quiera que los hallen.”
Esta cita que recoge las instrucciones que los
pensionados recibieron por parte de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando antes de partir a su viaje a Roma, resume magistralmente el contenido
de la exposición que, en el edificio de la ampliación realizada por Moneo en el
Museo de El Prado, se exhibe estos días.
Alegoría de las Artes, José del Castillo. Cuaderno italiano I, p. 3, 1762, Madrid, Museo Nacional del Prado |
Entre
1758 y 1764, un grupo de ocho artistas españoles acudieron a una de las
ciudades que desde la Antigüedad había sido un foco constante de atracción
artística: Roma. La finalidad del viaje
no fue otra que la de la formación íntegra de los mismos, -en sus distintas
disciplinas: escultura, arquitectura y pintura-, en los conocimientos artístico
estéticos de la Antigüedad, del Renacimiento y del Barroco. Así, arquitectos
como Juan de Villanueva y Domingo Antonio Lois, escultores como Antonio Primo e
Isidro Carnicero y los pintores José del Castillo, Mariano Salvador Maella o
Antonio Martínez Espinosa, fueron enviados a la capital italiana.
Los cuadernos de dibujos y de notas, -de reducido tamaño-, también conocidos como “libros de memoria”, de los jóvenes artistas constituyeron ya en su momento, pero de manera especial en la actualidad, verdaderos referentes y fuentes de conocimiento e inspiración del artista. En ellos, el artista debía copiar las obras de la Antigüedad y de los maestros del Renacimiento y el Barroco, puesto que éstos eran considerados los ideales de belleza, y porque de esta forma, irían adquiriendo el buen gusto. Así encontramos por tanto, copias de edificios, pinturas, elementos decorativos y esculturas, que recogen los cánones, los prototipos, los valores y medidas de épocas anteriores de gran esplendor en la Historia del Arte.
Encontramos
dibujos de la estatuaria clásica hechos a partir de modelos al natural,
realizados en la academia fundada por el Papa Benedicto XIV: la Accademia del
Nudo, -en el Campidoglio-, de los artistas mencionados. No obstante, sólo se
conservan los cuadernos de cuatro de ellos: Domingo Álvarez, Antonio Primo,
Domingo Antonio Lois y de José del Castillo.
Los cuadernos que se muestran en la exposición, son los de Maella y los del Castillo, junto con el del maestro Francisco de Goya, que si bien es más tardío, constituye sin lugar a dudas, un ejemplo de cuaderno más personal frente al carácter más oficial y académico de los anteriores. A su vez, hay que señalar que a diferencia de los realizados por los pensionados, el de Goya se inserta en el contexto de un viaje personal. Actualmente, estos cuadernos forman parte de los fondos del Museo de El Prado, y son de gran relevancia, ya que los estudios de los mismos, han permitido concluir que al igual que otros artistas europeos del momento, los españoles tenían unos intereses parecidos y una manera de anotar semejante.
La exposición se acompaña de taccuini[1] de artistas de procedencia europea, que también estuvieron en Roma. Algunos de ellos son Joshua Reynolds, Edme Bouchardon, Carlo Spiridione Mariotti o Angelika Kaufmann, de quien se muestra su “Album Vallardi”, un álbum facticio formado a partir de hojas procedentes de otros dos cuadernos.
Estampas, guías impresas y mapas, como el que inicia la exposición-“Itinerario instructivo de Roma”-, realizado por Mariano Vasí Romano (1744-1820) y que muestra los principales lugares a los que se dirigían los artistas en la capital italiana, ilustran la exposición, permitiendo contextualizar la situación y las condiciones en las que vivieron los pensionados. De esta forma, también se exhiben documentos de archivo, donde se registran las cuentas y otros apuntes de gestión del viaje de los artistas españoles.
Junto a los documentos, se aprecian los dibujos, -muchos de ellos realizados mediante la técnica de la sanguina-, como “El Rapto de la Sabina” (1759) de Mariano Salvador Maella. Otros en cambio, como el que se expone de Antonio Martínez Espinosa, -“Academia 1759”-, es una sanguina pero con toques de clarión sobre papel verjurado preparado; o como el que realiza Juan de Villanueva (1739-1811), -“Plaza del Populo en Roma por la puerta de este nombre. 1763”-, a lápiz.
Llaman la atención, el “Libro de barios âdornos sacados de las mejores fabricas de Roma asi antiguas como modernas (…) 1759-1764”, de Domingo Antonio Lois Monteagudo, o la obra de Francisco Preciado de la Vega (1712-1798): “Arcadia pictórica en sueño: alegoría o poema prosaico sobre la teorica y practica de la pintura escrita por Parnasio Tebana, pastor arcado (…)”; ya que permiten ver los intereses personales de los artistas.
Por todo ello, la exposición permite y favorece la comprensión de la importancia de los cuadernos de viaje del siglo XVIII para los artistas, no solo españoles, sino europeos, quienes encontraron en la Antigüedad y en etapas posteriores como el Renacimiento y el Barroco, verdaderas fuentes de conocimiento e inspiración sobre las cuales se continuó, -y se continúa-, el devenir del arte.
Cristina Muñoz-Delgado de Mata
Extraodrinario artículo, y recomendabilísimo blog!
ResponderEliminarmuy buena exposición, hace poco tiempo tuve la suerte de poder ir a verla y fue muy interesante. Encontré también un gran acierto el acuerdo que tienen con Samsung por el que te dejan una tableta con algunos de los cuadernos virtualizados mientras recorres la exposición de manera que de alguna forma interactúas con lo que está expuesto
ResponderEliminarcompletamente de acuerdo! me encantó también lo de las tablets de samsung. Así puedes ver todos los dibujos de los cuadernos y con una muy buena resolución
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