domingo, 21 de septiembre de 2014

No photos!

- ¿Se pueden hacer fotos?
- No, lo siento, no se puede.
- ¿Y sin flash?

Ésta es la eterna pregunta de todo visitante en un museo: ¿Fotos sí? ¿No? ¿Con flash? ¿Y a esa estatua? Y sobre todo: ¿por qué?

Se trata de una de las cuestiones en las que ni siquiera los museólogos e historiadores nos ponemos de acuerdo. Ciertos museos permiten hacer fotos en sus galerías -normalmente sin flash por cuestiones de conservación- pero muchos otros son muy contrarios a que se fotografíen sus obras.


En los museos de arte contemporáneo se pueden argumentar fácilmente razones de derechos de autor, ya que muchos de los artistas están vivos, pero: ¿qué hay de los museos de"arte antiguo"? En cierto modo también a ellos les afectan los derechos de reproducción de las obras que poseen, pero éste es un tema en el que prefiero no detenerme en esta ocasión.

No pretendo tampoco en esta entrada dar respuesta a si se debe permitir o no hacer fotos en los museos, puesto que desconozco cuáles son los motivos que llevan a sus directores a tomar esta decisión. Aunque, si me hicieran tomar una postura, lo más probable es que también lo prohibiera: por un lado, porque, aunque las fotos sin flash no dañan la obra, cuando te enfrentas a grandes masas de visitantes resulta más difícil controlar que se respeten las normas. Y por otro, para evitar situaciones ridículas como las siguientes:



Bromas aparte, creo que en este tema entran a colación otros aspectos además de los ya mencionados y que me parecen mucho más importantes.

En los jardines del Museo Belvedere (Viena) se exhibe desde junio de este año una muestra de un artista contemporáneo, Hubertus von Hohenlohe, en la que trata precisamente este aspecto. En su instalación, el artista invita a los turistas y visitantes a capturar la magia del Palacio Belvedere en una fotografía perfecta, y para ello coloca un espejo entre las fachadas de los dos edificios principales del conjunto.

Normalmente los turistas se obsesionan con hacer fotografías de todo lo que les rodea sin detenerse a contemplar y disfrutar de la belleza de lo que están inmortalizando con sus cámaras. Sí, al llegar a casa tendrán una foto preciosa para su álbum que compartirán en sus redes sociales, pero, ¿de qué les sirve tener esa "fotografía perfecta" si se olvidaron de disfrutarlo cuando lo tuvieron delante?

Con su instalación von Hohenlohe anima a los visitantes a tomar esa perfecta instantánea, para  que luego puedan apartar sus cámaras y disfrutar del resto de la visita.


En una mesa redonda, organizada por el Museo Thyssen-Bornemisza y Madpixel, bajo el título "Nuevas formas de contar historias, nuevas formas de comunicar", el pintor Antonio López se mostró escéptico con respecto al uso de las nuevas tecnologías en el arte. El pintor declaró: “Cuando voy a ver una exposición de Velázquez o de quien sea y veo esa gente recibiendo tantos mensajes en un aparato, yo les quitaría el aparato y le diría que viera la obra con sus propios ojos, que no se dejara seducir por lo que le dicen otros”.

Aunque las nuevas tecnologías tienen aplicaciones muy útiles en la didáctica del arte, estoy de acuerdo con Antonio López en el hecho de que pueden interferir en la contemplación de la obra. Y lo mismo pienso que ocurre con las fotografías: con la obsesión de hacer una foto perfecta, en la que se refleje bien el color y no salgan brillos, el visitante pierde su tiempo ocupándose de la cámara, sin dejarse interpelar por la obra, sin indagar qué es lo que le llama la atención de esa pieza, sin dejarse llevar por el asombro (Ver Into the wonder).

Querido visitante, no te obsesiones: empápate bien del arte, déjate conmover y entonces, sólo entonces -si te dejan-, haz la foto.

Almudena Ruiz del Arbol Moro

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