domingo, 16 de marzo de 2014

¿Quieres ser original?

Hoy en día la originalidad parece ser el valor que más importa a la hora de analizar la calidad de una obra de arte. Este concepto que tenemos sobre la originalidad puede llegar a ser un poco peligroso: pensamos que ser original es hacer algo nuevo, completamente distinto a todo lo que han hecho otros con anterioridad. Da igual lo que hagas, pero que sea diferente.

Damien Hirst, Away from the Flock (Divided). 1995.


En cambio, si acudimos al diccionario de la Real Academia Española, nos encontramos con lo siguiente:

"Original (del lat. originālis).
1. adj. Perteneciente o relativo al origen.
2. adj. Dicho de una obra científica, artística, literaria o de cualquier otro género: que resulta de la inventiva de su autor".

Como podemos ver, lo original hace referencia lo que es propio y personal del artista que lo hace. Visto así, este concepto de originalidad encarna lo que siempre ha sido la máxima aspiración de todo artista: lograr plasmar su propio ser, dejar su impronta en su obra.

Ya en la Antigua Grecia se defendía esta idea de la originalidad. En torno al año 450 a. C. se convocó en la ciudad de Éfeso un concurso en el que participaron algunos de los más destacados escultores del momento: Policleto, Fidias, Cresilas y Faramón. Todos ellos debían realizar una obra en la que se representara a la imagen ideal de una amazona.

El resultado fueron cuatro obras muy similares: todas ellas mostraban a una mujer joven con un vestido plisado que dejaba al aire uno de sus pechos, y que apoyaba el peso de su cuerpo en una de sus piernas (creando la denominada "curva praxiteliana"). Sin embargo, en cada una de ellas se pueden apreciar diversos matices, en los cuales se refleja el carácter de cada uno de los escultores: la de Policleto era más severa; la de Fidias, más solemne; la de Cresilas, más femenina; y la de Faramón, más ligera.

Tres de las amazonas del concurso de Éfeso. De izquierda a derecha, las esculturas de Policleto, Fidias y Cresilas.
Es comprensible que las obras, salvo por los mencionados matices, fueran similares entre sí, al fin y al cabo se enfrentan todos a un mismo tema, una figura que además ya tenía fijada su propia iconografía desde mucho antes. Algo similar se puede apreciar en la actual exposición del Museo del Prado, Las Furias, en la que se explora la iconografía de los cuatro condenados de la iconografía clásica (Tántalo, Sísifo, Ticio e Ixión). Hasta el siglo XX los artistas concebían la originalidad como la expresión de su propia sensbilidad art´sitica, sin miedo a emplear composiciones que se basaban en aquéllas que ya habían empleado otros grandes artistas antes que ellos.

Ticio, de Tiziano (1548); Ticio, de Ribera (1632); Prometeo, de Salvator Rosa (1648).
"Un verdadero artista se preocupa de hacer su arte. El preocuparse excesivamente por el arte de los demás indica falta de personalidad"(Luis Borobio, Historia Sencilla del Arte).
Volviendo a las esulturas de las amazonas, una peculiaridad del concurso era que los propios artistas ejercían como miembros del jurado. Como tales, cada uno de ellos debía juzgar, por orden de prioridad, cuál opinaba que era la obra que mejor expresaba la idea de amazona. Como primera opción todos elegieron su propia escultura, no por orgullo, sino porque su obra era la que para ellos mejor encarnaba el concepto de amazona que tenían grabado en su mente. Finalmente, se decidió que la obra ganadora debía ser la escultura de Policleto, pues todos coincidían en que, después de la suya, era la más perfecta.

A lo largo de la histora y la cultura podemos apreciar que hay historias y personajes que son inmortales, figuras que se encarnan una y otra vez en diferentes historas y bajo diversas apariencias, y que aún así siguen manteniendo su fuerza y atractivo, como don Jan Tenorio.

Ya seamos artistas, escritores o abodados, todos queremos destacar en lo que hacemos. No gastemos el tiempo en compararnos con lo que otros hacen, empeñándonos en que para destacar debemos hacer aldo diferente. ¿Quieres ser original? Sé tu mismo.

1 comentario:

  1. Buenísima entrada! Y, sin duda, es una realidad. Hoy en día si no eres diferente y original, no consigues nada! Está claro que la mejor forma de ser original es ser nosotros mismos. La obra de Hirst es extraña, original y, en cierto modo, bastante curiosa... Un besote!

    ResponderEliminar