miércoles, 28 de mayo de 2014

La fuerza del destino

Si existiera una posibilidad real de conseguirlo, ¿os gustaría que os predijesen el futuro y os advirtieran de lo que os tiene preparado la vida? En la mitología clásica encontramos varios ejemplos de lo que puede ocurrir cuando te predicen el futuro.

Hécuba, reina de Troya, estando embarazada tuvo un sueño en el que daba a luz a una antorcha que incendiaría la ciudad, simbolizando que sería el hijo que llevaba dentro quien causaría la ruina de Troya. Nada más nacer, el rey Príamo ordenó a su criado Agelao que abandonara al pequeño Paris, pero el criado se apiadó del bebé y decidió criarlo a escondidas, mientras que sus padres lo daban por muerto.

Años después, durante las bodas de Tetis y Peleo, la ninfa Éride, que no había sido invitada, lanzó una manzana de oro en la que había inscrito la frase “Para la más bella”. Las diosas Atenea, Afrodita y Hera decidieron llamar a Paris, que estaba cuidando los rebaños, para que decidiera quién de ellas era la más hermosa, prometiéndole a cambio una recompensa. Paris eligió finalmente a Afrodita, quien le había prometido el amor de la mujer más hermosa del mundo, Helena, quien acabará fugándose con Paris –que para entonces ya había vuelto al hogar de sus padres- iniciándose así la guerra que causaría la destrucción de Troya. He aquí que la predicción de Hécuba se cumplió precisamente por las decisiones que habían adoptado para evitarla.


Rubens. El juicio de Paris, h.1638. Museo del Prado
Otro ejemplo de la fuerza del destino lo encontramos en la historia de Acrisio. Siendo rey de Argos, consultó un oráculo que le predijo que moriría a manos de su nieto. Para evitarlo, encerró a su hija Dánae en una torre para evitar que tuviera contacto alguno con ningún hombre. Sin embargo Zeus, muy dado a enamorarse de jóvenes mortales, decidió que una torre inaccesible no era impedimento para obtener lo que deseaba. Así que se convirtió en lluvia de oro y así poseyó a la joven Dánae.

Cuando Acrisio se enteró de lo ocurrido, encerró a su hija Dánae y al bebé Perseo en un cofre y los lanzó al mar. Pero Zeus los protegió e hizo que llegaran sanos a la isla de Séfinos. Años después, Perseo volverá a Argos y matará a Acrisio por accidente al lanzar un disco durante su participación en unos juegos, cumpliéndose así la profecía.
Tiziano. Dánae recibiendo la lluvia de oro, 1553. Museo del Prado


Almudena Ruiz del Árbol Moro



No hay comentarios:

Publicar un comentario